¿Líderes o gestores? Aunque ambas figuras son imprescindibles en una empresa, se trata de dos conceptos totalmente diferentes que muchas veces llevan a la confusión. En general, los gestores están más orientados a resultados, a conseguir en el menor tiempo posible las metas y objetivos prefijados. En cambio, el liderazgo implica mucho más que la simple gestión de una compañía: un líder debe tener una visión a largo plazo, pensar en “los números” pero también en cómo se llega hasta esa meta y, sobre todo, tiene que motivar al equipo para implicarle en los proyectos y las decisiones estratégicas de la empresa.
En un contexto cada vez más globalizado y competitivo, el Dr. Rubén Llop, profesor del Departamento de Estrategia y Dirección de Personas de EADA, tiene bien claro que las empresas con mayor ventaja competitiva son aquellas que están dirigidas por líderes, no por gestores. “La crisis económica ha demostrado que la obsesión por los números y el corto plazo sólo sirve para solucionar los problemas del momento pero en ningún caso garantiza la viabilidad de la empresa a largo plazo”, apunta. Según Llop, “evidentemente que hay que sobrevivir a los imprevistos que vayan surgiendo pero, al mismo tiempo, hay que pensar hacia dónde quieres ir en el futuro y conseguir el compromiso de todo el equipo para ir hacia esa dirección”.
Exigencia vs. excelencia
El profesor de EADA va más allá y relaciona gestión con exigencia: “Te marcas unas metas y debes cumplirlas pues, de lo contrario, fracasas. Esa exigencia, sin darte cuenta, la transmites a todo el equipo, haciendo que los demás trabajen con una angustia permanente. Y es que un gestor sólo contempla el éxito”.
En oposición a la exigencia estaría la excelencia, que Llop asocia al liderazgo: “Aunque tienes que dar resultados, se trata de que en el proceso hasta conseguir los objetivos esperados favorezcas el crecimiento personal y profesional de todo el equipo y consigas sacar lo mejor de cada uno”. Y añade: “Incluso si un día despides a alguno de ellos porque tu empresa es insostenible o porque no hay mercado habrás contribuido al crecimiento de esa persona y a que sea un perfil competitivo en el mercado laboral”.
Tres pasos para un buen liderazgo
Aunque no hay ninguna fórmula concreta para un buen liderazgo empresarial sí que el Dr. Rubén Llop se atreve a esbozar tres pasos imprescindibles para conseguirlo. Y lo hace a partir de las tesis de John Kotter, profesor de la Universidad de Harvard y toda una autoridad en temas de liderazgo y cambio organizacional.
Según el profesor de EADA, el primer paso que debe dar un líder es definir una dirección estratégica, es decir, “hacia dónde quiere llevar la organización”. En su opinión, “es importante que les comunique sus planes a corto y largo plazo y lo que necesita de cada uno de ellos para conseguir sus retos”.
Un segundo paso consiste en alinear a todo el equipo para que comprenda sus planes y quiera ir hacia esa dirección. “El líder debe invitarles a participar en una mejora sustancial de la empresa. Para ello, es recomendable que les pregunte por lo que pueden aportar, incluso en áreas que hasta ese momento no habían explorado”.
El siguiente paso es motivar e inspirar. Según Llop, “la responsabilidad del líder es construir un ambiente laboral en el que cada uno pueda dar lo mejor de sí mismo en el menor margen de horas posible para que puedan conciliar vida familiar y profesional”. Además, añade, “la motivación no se manda sino que se cultiva y para ello es conveniente implicarles en las decisiones y proyectos de la organización”. En su opinión, “las empresas más competitivas son aquellas que cuentan con gente comprometida por voluntad propia, con capacidad de decidir sobre cualquier aspecto bajo una dirección estratégica bien definida”.